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La solemnidad que solo un respeto superlativo puede conseguir presidió este miércoles la procesión de los restos de la reina Isabel II por las calles del centro de Londres, el legado más visible del pasado glorioso del Reino Unido.

Cumplido el luto en familia, Isabel II volvió al pueblo. En 45 minutos, los que van desde el Palacio de Buckingham (sede de la monarquía) al Palacio de Westminster (santuario de la soberanía popular), el féretro de la monarca recibió un homenaje tan silencioso como abrumador por parte de sus ciudadanos.

Un cortejo, que comenzó como estaba previsto a las 2 de la tarde, trasladó el ataúd de Isabel II cubierto con el estandarte real y con la corona imperial encima.