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Los restos de Isabel II regresaron ayer al palacio de Buckingham, la que fue su residencia oficial durante las siete décadas de su reinado, donde reposarán hasta que mañana se oficie un cortejo fúnebre y el féretro quede instalado en una capilla ardiente en el palacio de Westminster.

El ataúd de la soberana, fallecida el pasado jueves con 96 años en el castillo de Balmoral (Escocia), fue trasladado en un avión de la Real Fuerza Aérea británica desde Edimburgo a la base militar de Northolt, a las afueras de Londres, desde donde recorrió unos 25 kilómetros en un vehículo fúnebre, bajo una fina llovizna, hasta el centro de la capital británica.