En uno de los actos más solemnes hasta ahora tras la muerte de Isabel II, sus cuatro hijos, encabezados por el nuevo rey Carlos III, velaron el féretro de su madre en la capilla ardiente instalada en el palacio de Westminster.
Mientras cientos de ciudadanos continuaban pasando por ambos lados del catafalco fúnebre, tras haber hecho cola durante prácticamente todo el día, Carlos III, Ana, Andrés y Eduardo, inmóviles y en uniforme de gala, custodiaron durante cerca de 15 minutos los cuatro costados del ataúd.
Ante la relevancia de la ocasión, el príncipe Andrés tenía el visto bueno para vestir uniforme militar, pese a haber sido apartado de las tareas oficiales de la familia real. También lo podrá lucir el príncipe Enrique, nieto de la reina, en un tributo similar.