Más allá de las palabras, Joe Biden demostró con su actitud en el discurso del estado de la Unión que está dispuesto a enfrentarse a los republicanos. Cada gesto, cada mirada y cada silencio estuvieron marcadas por la severidad de sus palabras que, además, preparan el terreno para su reelección en 2024.
Aguantó abucheos e intentó siempre mantenerse por encima, convencido de que su misión es restaurar 'el alma' del país.
'Porque el alma de nuestra nación es fuerte, porque la columna vertebral de esta nación es fuerte, porque el pueblo de esta nación es fuerte, porque el estado de la Unión es fuerte. Mientras estoy aquí esta noche, nunca me he sentido tan optimista sobre el futuro de Estados Unidos', proclamó.
Su discurso, de 72 minutos, estuvo centrado en política nacional y el objetivo era hablar de la economía y de otros asuntos que preocupan a los millones de estadounidenses que estaban viéndole desde casa.
Si el año pasado Biden empezó su discurso hablando de la invasión que acababa de lanzar sobre Ucrania el presidente ruso, Vladímir Putin; esta vez el nombre del dirigente ruso no llegó hasta pasada la hora del discurso.
Las frases que más repitió durante el discurso fueron: '¡Acabemos el trabajo!' y '¡solo estamos empezando!', que usó para instar al Congreso a aprobar algunas de las políticas con las que llegó a la Presidencia, como reducir los precios de la insulina, y que aún no ha sacado adelante.
Esas frases y, el vigor con el que se expresó Biden, querían dejar claro también que él no va a abandonar la misión que le encomendaron los estadounidenses y que no se va a ninguna parte, dijo Michael Cornfield, profesor de Política de la Universidad George Washington.