El coste de un año de campaña militar en Ucrania y el impacto de las sanciones occidentales, en particular contra su sector petrolero, han socavado las cuentas públicas de Rusia a un nivel que no se observaba desde hace más de un cuarto de siglo. Pese a ello, la economía del país resiste gracias a sus aún ingentes reservas.
En enero el gasto aumentó en el 59 %, mientras que los ingresos a la arcas fiscales cayeron en un 35 % en comparación con el mismo mes de 2022, generando un déficit presupuestario de 1,76 billones de rublos (unos 24.000 millones de dólares), que supone más de la mitad del previsto para todo 2023.