El tribunal de Aviñón, al sureste de Francia, dictará este jueves 19 de diciembre sentencia en el histórico macrojuicio sobre las violaciones bajo sumisión química a Giséle Pelicot, con penas que pueden llegar hasta los 20 años para cada uno de los 51 acusados.
La Fiscalía pidió el pasado 27 de noviembre hasta 650 años de prisión por el total de los delitos, que incluyen tanto violaciones como agresiones sexuales contra la víctima, de 72 años, convertida en un símbolo feminista mundial por decidir que el juicio fuera público “para que la vergüenza cambie de bando”.
La mayor pena solicitada, de 20 años (la máxima contemplada por la ley en Francia), es para su exmarido y cerebro del plan, Dominique Pelicot, de 72 años, quien desde el inicio del proceso reconoció todos los hechos y aseguró que su fantasía era “someter a una mujer insumisa”.
Él abusó de ella y la puso en peligro de muerte de 2011 a 2020, drogándola e invitando a otros hombres a que la violaran. Otro de los acusados, Jean-Pierre Maréchal, admitió en el juicio los delitos aunque jamás tocó a Gisèle Pelicot, sino que replicó los métodos del principal acusado con su propia esposa, quien también fue violada bajo los efectos de los ansiolíticos por ambos hombres.
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La menor pena solicitada por la Fiscalía, de 4 años, es para otro hombre que solo está acusado de agresión sexual, sin cargos de violación. El resto, con edades comprendidas de los 27 a los 74 años, se enfrentan a solicitudes de condenas que van de los 10 a los 20 años de cárcel por violación agravada.
”Habrá un antes y un después”, aseguró durante las vistas la fiscal del tribunal penal de Aviñón Laure Chabaud, sabedora de la importancia de este juicio. Por ello, pidió una “concienciación real y profunda sobre la noción de consentimiento” para los acusados y también para la sociedad.
De hecho, en Francia el Código Penal define la violación como “cualquier acto de penetración sexual de cualquier tipo o cualquier acto buco-genital cometido contra otra persona” mediante “violencia, obligación, amenaza o sorpresa”.
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La noción de consentimiento no aparece en el ordenamiento jurídico francés y para que se tipifique el delito de violación debe haber penetración. Por eso mismo las estrategias de varias defensas se basaron en tratar de elaborar argumentos enrevesados sobre qué prácticas sexuales desarrollaron sus acusados.
Las pruebas de todos los delitos están en los miles de vídeos y fotos que realizó el propio violador confeso Dominique Pelicot. Los hechos que se juzgan ocurrieron entre 2011 y 2020, primero en la región de París y, a partir de 2013, en la casa a la que los Pelicot se mudaron al jubilarse, situada en Mazan, un pueblo de 6.000 habitantes cerca de Aviñón.
Dominique Pelicot contactaba a decenas hombres en internet y los invitaba a su domicilio, una vez que había drogado a su mujer con grandes dosis de ansiolíticos, que la dejaban inconsciente y cerca del coma, según los expertos médicos que declararon al inicio del juicio.
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El principal acusado registraba esas violaciones, descubiertas en 2020 por la policía, después de haberlo detenido tras ser descubierto grabando bajo las faldas de unas mujeres en un supermercado de Carpentras.
Dominique Pelicot está acusado también en otros dos casos de violencia de género, uno por la violación y el asesinato de una mujer en 1991 y el otro por una tentativa de violación en 1999.