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El vicealcalde de Jerusalén, Arieh King, celebró este jueves el cierre de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), que describió desde hoy como una entidad “ilegal” en el país, tras la entrada en vigor de dos leyes que vetan la continuación de sus actividades educativas y sanitarias en territorio israelí, así como cualquier contacto con el Gobierno hebreo.

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“Estamos celebrando el primer día de la ley contra la UNRWA, contra esta organización nazi y enemiga”, dijo a EFE el vicealcalde Arieh King, frente a la sede de esta agencia, localizada en el barrio palestino de Sheikh Jarrah en Jerusalén Este.

“Durante años, décadas, pensaron que podían hacer lo que quisieran y educar a los árabes en Jerusalén contra los judíos y contra Israel. A partir de hoy es ilegal”, añadió el funcionario, que había convocado esta mañana a los vecinos de Jerusalén a una “celebración” de clausura, a la que apenas acudieron una decena de participantes.

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Israel acusa a la UNRWA de tener vínculos con Hamás, aunque de momento solo ha presentado pruebas no concluyentes contra una docena de sus alrededor de 13.000 trabajadores en la Franja de Gaza. Diplomáticos creen que el objetivo final de estas leyes para Israel es buscar deshacerse del estatuto de refugiados del que hoy gozan más de 5 millones de palestinos -contando a los desdencientes de los 700.000 expulsados en 1948-; pese a que su desmantelamiento no lo eliminaría.

“La UNRWA, en lugar de ayudar a los refugiados a que se integren hace lo contrario. UNRWA se alimenta de la pobreza y de las precarias condiciones en las que mantienen a la gente”, continuó King, que dijo que ya es hora de que dejen de vivir en campamentos y que, a partir de ahora, estudiarán bajo el mismo currículum educativo que cualquier israelí.

Pintada de una Estrella de David

A las 11:05 hora local (9:05 GMT), uno de los acompañantes de King colgó una bandera israelí de la puerta principal de la sede de la URNWA; desalojada ya ayer por sus trabajadores, entre ellos medio centenar de extranjeros que -ante la falta de visados- serán relocados a su otra sede en Jordania.

Y poco después, tras un brindis con champán y zumo de uva, el grupo de israelíes comenzó a tapar con graffiti el cartel de la UNRWA, en el que podía verse el logo de la entidad y la frase: “Oficina de terreno de Cisjordania” escrito en árabe y en inglés. Poco después, entre borrones, solo se distinguía una Estrella de David.

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“Me complace que este edifico (la sede de la UNRWA) vaya a ser usado por los judíos que viven alrededor, y no por los nazis que han estado aquí, por tanto, años”, dijo king.

Aunque la ley solo les prohíbe operar en suelo israelí, en la práctica, la ‘política de no contacto’ con funcionarios gubernamentales impide a los trabajadores de la UNRWA tener visados o tarjetas diplomáticas, así como coordinar con el Ejército israelí el cruce de puestos de control militares y el acceso de mercancías a una Gaza devastada, donde la UNRWA sigue siendo el principal proveedor de ayuda humanitaria.

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Este lunes, pese a la sombra que se cierne sobre la entidad, su máximo responsable, Philippe Lazzarini, insistió en que las operaciones de la agencia continuarán pese al veto, y aseguró que “la solución no es transferir” sus poderes a otras oenegés, sino que “traspasarlas a un Estado e instituciones palestinas”.