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La campaña electoral que toca a su fin en Haití ha sido bastante descafeinada, de modo que el entusiasmo visto en las actividades de cierre celebradas en víspera de la jornada de este domingo en la capital suponen un fuerte contraste con este último tramo preelectoral.

No hay que olvidar las circunstancias en las que se ha desarrollado la campaña, que combinan una grave crisis humanitaria por el paso del huracán Matthew con el hartazgo por un proceso que se ha ido alargando por más de un año a causa de varios aplazamientos y de la invalidación de los resultados de los comicios de 2015.

Sin embargo, el haitiano que se echa a la calle y marcha por su candidato lo da todo, y esa tibieza predominante en términos generales durante la campaña se torna en unos ánimos bien encendidos por parte de los más acérrimos seguidores de los aspirantes a la Presidencia del país.

De los cuatro mejor situados en las encuestas (son 27 en total) solo dos celebraron actos de 'fin de fiesta' en Puerto Príncipe: Jude Celestin, de la Liga Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana (Lapeh) y segundo en las encuestas, y Maryse Narcisse, de la Familia Lavalas, formación que lidera el expresidente Jean-Bertrand Aristide.

Uno de los favoritos, Jovenel Moise, del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), hizo su acto de cierre con una jornada de adelanto con respecto al resto, mientras que Moise Jean Charles, de la Plataforma Petit Dessalines, eligió Cabo Haitiano, en el norte, para finalizar su campaña.

Las actividades celebradas por los candidatos en la capital comparten dos elementos que, sin duda, contribuyen a encender los ánimos de los electores: música y ron, en ocasiones aderezados con marihuana. La propaganda, se sobreentiende.

Bien animados estaban los seguidores de Celestin mucho tiempo antes de la llegada del candidato a Canape Vert, el lugar de donde partía la comitiva que lo arroparía en este último acto previo a las elecciones.

Casi todos los presentes van enfundados en camisetas amarillas con el rostro del político, que algunos se ponen de turbante; la música de unos potentes altavoces se combina con la que tocan en vivo quienes están a la cabeza de un grupo que va dando vueltas por la zona, arrancando bailes improvisados de quienes ya llevan encima unos cuantos tragos.

Cerveza, ron, en muchos casos de destilación casera, e incluso whisky, son parte consustancial a este tipo de actividades que constituyen una excusa como cualquier otra para montar una auténtica fiesta callejera.

Para un periodista extranjero, una marcha de cierre de campaña de Maryse Narcisse supone una oportunidad excepcional para adentrarse en el barrio de Cité Soleil sin correr el riesgo de que le peguen un tiro.

Este sector, uno de los más pobres de la ciudad, constituye un gran nicho de votos para la candidata, cuya presencia saca a miles de votantes a la calle, que van corriendo junto a la comitiva durante todo el recorrido. En el trayecto, Narcisse va saludando a los presentes desde su transporte, generando gran alboroto.

La presencia de cámaras anima a algunos a hacer proclamas, con ánimos muy exaltados en ocasiones, y a mostrar su identificación con un entusiasmo inusitado frente al objetivo. Otros se limitan a ondear banderas haitianas con gran orgullo o a exhibir carteles realizados por ellos mismos.

Los incondicionales vitorean y aplauden a sus candidatos, digan lo que digan, en estos últimos actos que preceden a la jornada de reflexión que, en vista de lo visto, será para muchos una jornada de resaca.