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 Las negociaciones de paz del Gobierno con la guerrilla de las FARC en Cuba dominaron este año la agenda política colombiana, superaron su más duro escollo hasta ahora y fueron decisivas en la reelección del presidente Juan Manuel Santos.

Los diálogos cumplieron dos años el 19 de noviembre en medio de una grave crisis detonada por el secuestro del general del Ejército Rubén Darío Alzate, acción que llevó a Santos a suspender la negociación, pero cerraron el año con el proceso reactivado y un anuncio de cese el fuego unilateral indefinido por parte de las FARC.

'El proceso debe entrar ahora en la recta final, es lo que merecemos como sociedad y es la manera de responderle a las víctimas y a los millones de colombianos que han creído en este esfuerzo', manifestó este miércoles el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, en el cierre del ciclo 31, el último del año.

Las conversaciones, que en su primer año produjeron acuerdos en dos de los cinco puntos de la agenda, sobre tierras y participación política, estuvieron este 2014 amarradas al proceso electoral colombiano, que al mismo tiempo se vio atado al desarrollo de los diálogos, salpicados por denuncias de espionaje a los negociadores, supuestamente por parte de opositores.

En la campaña para las elecciones legislativas y para las presidenciales la paz tuvo un protagonismo que no había alcanzado nunca y fue decisivo en la reelección del jefe de Estado para el periodo 2014-2018.

Santos apostó todo su capital político al proyecto de la paz y, aunque no condicionó la continuidad del diálogo con las FARC a su victoria en las urnas, su defensa de una solución negociada atrajo a su órbita en la segunda vuelta los votos de la mayoría de la izquierda y de movimientos sindicales y sociales.

Con la bandera de la paz y palomas en su solapa el presidente consiguió la reelección en una reñida segunda vuelta el 15 de junio, en la que obtuvo 7,8 millones de votos (50,95 %), contra los 6,9 millones (45 %) de su rival, el uribista Óscar Iván Zuluaga, que había prometido suspender los diálogos y reanudarlos sólo con nuevas condiciones a la guerrilla.

En plena campaña, el Gobierno y las FARC anunciaron un acuerdo en el tercer punto de la negociación, referente a drogas y cultivos ilícitos, y tras un receso por las elecciones, retomaron en agosto los diálogos sobre víctimas, uno de los más espinosos del proceso.

En una decisión sin precedentes, las partes acordaron abrir un espacio para escuchar a representantes de los más de 6,5 millones de víctimas que ha dejado el conflicto armado y fue así como cinco delegaciones, cada una de doce personas, viajaron a La Habana para plantear a los negociadores su pedido de verdad, justicia y garantía de no repetición.

La selección de estas delegaciones, a cargo de la Oficina de la ONU en Colombia y de la Universidad Nacional, no estuvo exenta de polémica por parte de sectores que dijeron no sentirse representados, otra muestra de la polarización ante el proceso de paz que, según una encuesta de comienzos de mes, tiene un apoyo popular del 38 %.

A lo complejo de la negociación se agregó el secuestro del general, tomado cautivo por las FARC el 16 de noviembre cuando visitaba de civil, desarmado y sin escoltas el caserío de Las Mercedes, en el departamento del Chocó (oeste), en compañía del cabo Jorge Rodríguez y la abogada Gloria Urrego.

Este secuestro puso en entredicho la continuidad de los diálogos pero los buenos oficios de Cuba y Noruega, garantes del proceso, y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), facilitaron la liberación de los tres y la reanudación de las conversaciones.

En el cierre del último ciclo del año las FARC, que insisten en su propuesta de un cese el fuego bilateral en medio del diálogo, sorprendieron con el anuncio del silencio unilateral de los fusiles antes de Navidad, una medida que aunque bienvenida genera otra polémica porque condiciona su duración a que las fuerzas del Estado no emprendan acciones en su contra.

Tras el receso navideño, las partes reanudarán a mediados de enero próximo el diálogo sobre víctimas y, una vez concluido, seguirán con el punto de fin del conflicto, último de la agenda.

El proceso tiene el apoyo firme de la comunidad internacional y el Gobierno espera llegar a un acuerdo definitivo en 2015, si es posible antes de las elecciones municipales de octubre, para evitar que la paz sea otra vez motivo de disputa política. EFE