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Cuando nadie lo esperaba, acabado de fugarse y recapturado en menos de 15 horas, Cristopher Chávez Cuéllar, alias El Desalmado, no solo confesó haber asesinado a cuatro niños el 4 de febrero pasado sino que, además, atribuyó a razones externas la matanza: 'me poseyó una fuerza sobrenatural'.

Antes de la audiencia de judicialización por el delito de fuga de presos, y ante los micrófonos de los periodistas en el Palacio de Justicia de Florencia, El Desalmado manifestó: 'pido perdón a las víctimas por ese hecho. Desde luego me poseyó una fuerza sobrenatural que me llevó a hacerlo. Y sí, lo hice, por eso en estos momentos estoy pidiendo perdón, primeramente a Dios, a las víctimas y a la sociedad en general'.

Chávez Cuéllar había sido detenido el pasado 14 de febrero, en medio de un gigantesco operativo policial y judicial que se dispuso por el crimen de cuatro pequeños entre los 4 y los 16 años, que indignó a todo el país.

La fuga

El sujeto se había fugado de la cárcel de mediana seguridad de Las Heliconias de Caquetá a las 3 de la mañana del pasado 29 de marzo, al parecer, con la complicidad de varios guardianes del Inpec.

De acuerdo a las primeras pesquisas, desde hacía 10 días tenía planeada su fuga, que finalmente decidió perpetrar hasta el domingo.

Lo que hasta ahora se sabe es que pasadas las 3 de la madrugada abrió su celda, pasó por el área administrativa de la penitenciaría, con un ‘cortafríos’, abrió huecos en tres mallas de seguridad exteriores y corrió a través de un extenso potrero.

Así, llegó a la localidad de Morelia, según algunos testigos, vestido con un atuendo del Inpec, y su objetivo era llegar hasta Valparaíso, para huir por el Ecuador.

Tras su detención, salpicó Chávez a un guardián de apellido Monje y a un auxiliar de apellido Solórzano, así como al comandante del pabellón, de los que dijo lo habrían ayudado a salir libre.

Contó a la Policía sobre la encomienda en que le llegó el ‘cortafríos’: 'cuando llegaron a entregármela en un carrito, la sacaron de una bolsa que iba para mí, la abren con un bisturí y me la entregan en una bolsa gruesa. Saco las ‘chanclas’, saco la cizalla, y la tiro para el rincón de la colchoneta. Iba también un teléfono'.

Acerca del escape como tal, narró a los investigadores: 'empecé a cortar la malla. Cada corte hacia ‘¡tas!’. Luego crucé agachado hasta la otra malla, y avancé haciendo la misma bulla en cada cuadrito. Empecé a cortar, abrí el roto y salí al potrero'.

Explicó también el reo que se demoró cortando las tres mallas aproximadamente una hora y media y confirmó que había una buena iluminación a la hora de la huida.

La captura

Quince horas tras la fuga, la Policía ubicó a Chávez cerca al río Caquetá, escondido en la maraña, en zona rural del municipio de Morelia, a donde llegó luego de caminar durante todo el domingo.

'A principios de marzo el delincuente recibió un ‘cortafríos’, y nunca fue requisado mientras permaneció en la celda. Esta herramienta la utilizó para romper las rejas del penal y abrirse paso aprovechando que en la madrugada caía una fuerte tormenta', señaló la Policía.

Los investigadores establecieron, además, que del centro penitenciario salió con un teléfono móvil, que horas después de su fuga utilizó para comunicarse con su compañera sentimental, lo que finalmente contribuyó a su detención.

'Con esta información se fortalecerá el proceso investigativo por presunta participación del personal de la guardia del Inpec en el plan de escape del delincuente', indicó la Policía.

El dispositivo policial para dar con el paradero del criminal estuvo integrado por más de 1.600 policías en todo el departamento del Caquetá, parte del Putumayo y Huila.

Tras la aprehensión, el sujeto de 41 años fue recluido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, Boyacá.

Un equipo de fiscales y del CTI de Florencia asumió la investigación por el caso Chávez, cuya fuga fue detectada por la guardia carcelaria durante el conteo de internos en la mañana del domingo.