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El barrio Olímpico de Mocoa cuenta desde hace unos días con un refugio lleno de voluntarios que reciben, dan tratamiento y cuidan a 80 perros y gatos que sobrevivieron a la avalancha.

'La idea es tenerlos por un tiempo para garantizar su calidad de vida, así como brindar seguridad médica veterinaria', comenta a Efe Rosa Guerrero, responsable logística del lugar y miembro de la Fundación Arca. Entre las labores que ya han realizado estos voluntarios está la de vacunar a los animales.

Entre los perros, hay una camada completa que se alimenta de una hembra que dio a luz recientemente. La madre perdió a todos sus hijos menos a uno y un vecino encontró a otros cuatro cachorros.

'Es importante (ayudar a los animales) porque son seres vivos, son seres que sienten y también padecen dolor. La avalancha los golpeó, los alejó de sus hogares así como también los puso en un punto vulnerable en el que no hay nadie pendiente de ellos', agrega Ángela Hidalgo, una de los cinco veterinarios voluntarios.

Además advierte que es importante 'tenerlos en cuenta por las enfermedades de transmisión zoonóticas', aquellas que pueden transmitirse de animales a humanos.

En la estación también hay lugar para las historias heroicas, como la de un pastor alemán que le salvó la vida de Yolanda Chidoi, una mujer de 38 años afectada por un cáncer de huesos y que vivía en el barrio de San Miguel, el más afectado por la avalancha.

Ella abandonó su casa el sábado de madrugada y volvió horas después para intentar recuperar algo de ropa para ella y su familia.

'Saqué dos bolsitas y las dejé en el piso cuando gritaron ‘avalancha’. Arranqué a correr (pero caí y) me hundí hasta el pecho. Ahí (me despedí), agradecí a Dios por la vida y el (perro) llegó', recuerda entre lágrimas.

El relato continúa: 'Me prendí del cuello, es (un perro) grande, caminaba me empujaba, hacía fuerza para halarme y me sacó de ahí'.

Ahora no se separa del pastor alemán excepto cuando va a los funerales de las familias y dice que se va a quedar con él 'porque está viejito; su ultima misión fue salvarme la vida'.

Temía que lo sacrifiquen y por eso ahora descansa junto a él y lo consiente tras una pequeña operación a la que lo sometieron.

'Se llama Guardián porque fue el guardián de la vida, es el guardián de Yolanda y nunca lo voy a dejar porque todo el mundo me lo despreció. Fui a comprar un collar y agua con lo poquito que me queda', dice antes de agregar que lo cuidará hasta el final: ‘se va él o me voy yo’'.