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La vida de 180 obreros que trabajan en la ampliación de una planta para descontaminar el río Bogotá cambió. Hoy viven en un cómodo hotel y cumplen con las más estrictas medidas sanitarias para poder trabajar y evitar que haya un foco de contagio de COVID-19 en esa obra, vital para la capital colombiana.

Cabinas de desinfección, mascarillas, guantes de látex, termómetros y distanciamiento social hacen parte del día a día de los obreros, que desde el 23 de abril están alojados en el GHL Style Hotel Bogotá Occidente, a las afueras de la capital colombiana, alejados por seguridad de sus propias familias.

Desde que se levantan cumplen con un minucioso protocolo al que ya están habituados. Salen de sus habitaciones y van en grupos de 10 a desayunar al restaurante del hotel donde les toman la temperatura, se sirven los alimentos y cada uno se sienta solo en una mesa para mantener el distanciamiento social.

Una vez terminan de desayunar salen del hotel para abordar un autobús, en el que tampoco pueden sentarse juntos, que los lleva a la obra de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Salitre (PTAR Salitre), ubicada a poco más de siete kilómetros y que construye un consorcio en el que participa la española Aqualia.

'Fue un cambio drástico pero ahí nos vamos acoplando a lo que la situación nos pone. Esto del COVID-19 es algo para adaptarnos y para que más adelante cada uno tenga el hábito de manejar todos estos implementos de seguridad', dice a Efe Jeison Arias, que trabaja como técnico instalador y electricista en la obra.