Un juez de Colombia envió a prisión por feminicidio agravado y concierto para delinquir a Nilson Enrique Obregón Reyes por su presunta participación en el asesinato de la ambientalista colombo-española Juana Perea, ocurrido el pasado 29 de octubre en el departamento del Chocó, informó este jueves la Fiscalía.
Obregón, alias Cabeza, quien supuestamente es un sicario del Clan del Golfo, la mayor organización criminal colombiana, guardó las armas que se usaron para cometer el asesinato, señaló la Fiscalía en un comunicado.
La información añade que Obregón también albergó en una vivienda a 'otras personas que participaron en los hechos'.
Un fiscal de la Dirección Especializada contra las Violaciones a los Derechos Humanos imputó a Obregón los 'delitos de feminicidio agravado y concierto para delinquir'.
En la investigación se constató que el hombre tiene antecedentes judiciales por homicidio, delitos sexuales, porte ilegal de armas y tráfico de estupefacientes.
La Fiscalía recuerda que por el asesinato de Perea ya están en la cárcel Néstor Leonel Lozano Muriel, alias Tigre, señalado jefe de una banda del Clan del Golfo y quien presuntamente disparó contra Perea, y Arístides Pacheco Benítez, alias Mulo.
La investigación indica que integrantes del Clan del Golfo llegaron a la vivienda de la víctima en el caserío de Termales, se la llevaron a la fuerza en una lancha que recorrió el Pacífico hasta el río Nuquí y, en el sector conocido como Coquí, la mataron a balazos.
El cuerpo de Perea fue lanzado a las aguas donde fue encontrado posteriormente por miembros de la comunidad.
La Fiscalía ha dicho que el asesinato fue ordenado por los jefes del Clan del Golfo porque, al parecer, Perea los increpó y les pidió abandonar la región para reactivar proyectos ecoturísticos y dar garantías de seguridad para el regreso de turistas a la región.
Perea, que era nieta de Andrés Perea Gallaga, quien en 1945 fue el primer delegado del Gobierno vasco en Colombia, se había establecido hace unos años en Termales, un caserío remoto que hace parte de Nuquí, donde estaba construyendo un hotel ecoturístico.
La colombo-española además de ser activista y empresaria, también enseñaba a las mujeres de Nuquí a coser para que tuvieran algún ingreso económico para ayudar a sus familias.
Igualmente era conocida por su activismo contra la construcción de un puerto en el golfo de Tribugá, unos cinco kilómetros al norte de Nuquí, por el daño que la obra causaría a los ecosistemas marítimos y terrestres de la zona que tiene una biodiversidad única en el mundo.