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Las autoridades desarticularon una 'central de hackeo' que estaba instalada en Valledupar, Cesar, y que había logrado intervenir más de 400 mil correos de entidades, funcionarios y ciudadanos captar y controlar información.

La denuncia de una funcionaria de la Presidencia de la República, en agosto de 2019, activó las labores investigativas que permitió la incautación de 22 dispositivos electrónicos los cuales tenían software malicioso que accedían a datos personales.

La operación catalogada como ‘Casa Blanca’ desplegó 51 actividades investigativas en los que la Policía logró la captura de uno de los cerebros del entramado criminal.

'Las pesquisas de los peritos informáticos llevaron a la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijín) hasta un inmueble ubicado en Valledupar, desde donde mediante técnicas de anonimato enviaban mensajes que inducían al error para descargar los archivos adjuntos contaminados (con virus) para tomar control de las cuentas y equipos de sus víctimas', explicó la Policía en un comunicado.

Esta modalidad de Herramienta de Acceso Remoto (RAT) 'les permitía acceder' a todo tipo de contraseñas, correos, imágenes, capturas de pantalla, archivos y bases de datos de los dispositivos infectados.

Fue así como a través de ese ‘modus operandi’, los delincuentes accedieron a correos electrónicos de centenares de personas adscritas a por lo menos 5 entidades del Estado y particulares que se vieron afectados en aspectos como información confidencial e incluso recursos patrimoniales. 'Se identificaron alrededor de 420 mil correos a los que tuvieron acceso, de los cuales 2.717 corresponden a funcionarios de instituciones gubernamentales, entre ellos 116 de la Presidencia'.

Durante los allanamientos realizados en Valledupar, los investigadores encontraron más de 1 millón de capturas de pantalla de diferentes víctimas y 1.500 muestras de Malware (es decir, formas de mensaje distintas una de la otra para capturar la información que querían secuestrar).

La red criminal tenía ya perfiladas 240 víctimas nuevas, cuyos equipos estaban a punto de ser controlados desde esa sofisticada sala de cómputo.