La música da esperanza y eso es lo que quiere transmitir el Concierto de Año Nuevo con su optimista música de la saga de los Strauss: después de un 2020 aciago, el 2021 comienza a ritmo de vals y cargado de buenas promesas.
Pero la pandemia impone limitaciones: la música resonará el 1 de enero en un auditorio vacío, ya que las restricciones sanitarias en Austria, en pleno tercer confinamiento, impiden que haya público en la Sala Dorada del Musikverein.
No habrá público, pero sí aplausos. Gracias a un programa informático, la orquesta podrá escuchar en unos altavoces las ovaciones y el agradecimiento de algunos miles de espectadores que seguirán el recital desde casa.
Esta edición del tradicional Concierto de Año Nuevo, la número 81, estará dirigida por el maestro italiano Riccardo Muti, lo que lo convertirá en la batuta viva que más veces ha dirigido el recital. El maestro italiano solo está ya por detrás de leyendas de la filarmónica como Clemens Krauss, Willi Boskovsky y Lorin Maazel.
Un concierto a la esperanza
'Tocaremos este año dando un mensaje de esperanza. Tenemos que tener esperanza', aseguró Muti durante una rueda de prensa este martes para explicar los detalles del concierto más visto del planeta.
Para Muti, un Musikverein sin música el 1 de enero hubiera sido 'como una tumba'. Por eso, aunque se llegó a plantear suspender el concierto, siempre se apostó por celebrarlo para lanzar al mundo un mensaje de esperanza, destacó el napolitano.
El director, que el año que viene cumple 80 años y 50 de relación con la Filarmónica, reivindicó la música como nexo de unión entre los ciudadanos europeos. 'Los músicos han unido más a Europa que los políticos', aseguró el director, quien hizo alusión al poder de la música para emocionar más allá de idiomas y fronteras.
En la misma línea, el presidente de la Filarmónica de Viena, Daniel Froschauer, sostuvo que cancelar el concierto hubiera enviado 'un mensaje horrible' a un mundo necesitado de nuevas ilusiones.
Por el contrario, celebrar el recital 'será una señal positiva y de esperanza' para el resto del mundo, subrayó el violinista. 'Nos sentimos muy afortunados, y muy responsables con el privilegio (de celebrar el recital)', explicó Froschauer, recordando a otros músicos que ni siquiera saben cuándo podrán volver a tocar.
Por eso, los organizadores y los interpretes cumplen con unas medidas de seguridad muy estrictas para poder participar en el evento: para entrar en el Musikverein es necesario hacerse una prueba de covid todos los días, y aún así es obligatorio usar una mascarilla FFP2 fuera del escenario.
Un ballet con acento español
Por segundo año consecutivo -una novedad para el Concierto de Año Nuevo-, el español José Carlos Martínez ha sido el encargado de idear la coreografía para las representaciones de ballet que se emitirán durante algunas de las obras del concierto. Las piezas han sido grabadas previamente, y tienen como escenario el Palacio Liechtenstein y la Looshaus en Viena.
La radiotelevisión pública austríaca ORF ofrecerá la emisión en directo a 90 países con un gran despliegue técnico para garantizar la mayor calidad de sonido posible. Se calcula que decenas de millones de personas seguirán el concierto en directo, así que, si bien para los músicos será un año muy diferente por la ausencia de público, para quienes comiencen el año a ritmo de vals frente a la televisión puede ser una experiencia cercana a la de siempre.
7.000 aplausos telemáticos
La ausencia de público en la sala impedirá que Muti dirija las palmas con las que tradicionalmente se acompaña la legendaria Marcha de Radetzky, que marca el fin de fiesta. Por desgracia, la tecnología no ha podido solucionar ese vacío. Los 20 segundos de retraso entre el momento en el que alrededor de 7.000 personas graban sus aplausos desde su casa y su emisión en el auditorio hacen imposible que la famosa pieza de Johann Strauss suene como tiene por costumbre.
'Por primera vez escucharemos la Marcha de Radeztky tal y como está escrita', bromeó Muti, quien hizo alusión a que en las partituras de Strauss no aparece ese acompañamiento. Los aplausos del público sí sonarán al término de la primera mitad y al finalizar la famosa marcha para cerrar un Concierto de Año Nuevo diferente, en el que podrán ser partícipes personas de todo el mundo.
El sistema de registro telemático para poder aplaudir en directo estaba inicialmente pensado para que se apuntaran unas 2.000 personas y ocupar así simbólicamente los asientos libres que habrá en la Sala Dorada, pero al poco tiempo se superó el número previsto. 'Tuvimos que cerrarlo en 7.000, porque no sabíamos si el sistema podría soportar a más gente', aseguró el director de la ORF, Alexander Wrabetz.