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La pandemia está causando la interrupción de las principales intervenciones contra la malaria y 500 millones de personas podrían quedar desprotegidas, mientras la industria elige producir test de COVID-19 y abandona los de malaria, revela el doctor Pedro Alonso Fernández, quien lidera el combate de esta enfermedad desde la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La lucha contra la malaria, que además de África también está presente en varios países de Latinoamérica y Asia, es una de las tantas víctimas colaterales del coronavirus, y las consecuencias pueden ser tan graves como volver a donde se estaba hace veinte años.

El doctor Alonso (1959, España) -uno de los grandes expertos mundiales de la malaria, sobre la que investiga desde hace más de 35 años- fuerza en esta entrevista con Efe a la reflexión cuando recuerda que las enfermedades infecciosas, como la COVID o la malaria, no son cosa del siglo XIX, pero que Occidente lo olvidó, se concentró en las enfermedades crónicas y ahora está pagando las consecuencias.

La impresión de que lo que pasa en África no nos tocará es un espejismo y recuerda que el sida -otra enfermedad infecciosa causada por un virus- apareció en algún lugar del centro de este continente, llegó a cada rincón del mundo y se quedó con nosotros.