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De la alfombra roja de Miami a las sinagogas de Israel; de estrella de la televisión latinoamericana a judía ortodoxa, dedicada al estudio del hebreo y la Torá. Ese es el camino recorrido por la actriz barranquillera de telenovelas Maritza Rodríguez, que se llama Sarah Mintz en su nueva vida familiar en Jerusalén alejada de las cámaras.

'Es como volver a nacer sin tener que morir', explica en una entrevista en su casa sobre su nueva vida en el Estado Judío, al que llegó en abril y donde dice ha logrado centrarse más en su vida personal, familiar y espiritual.

Esta modelo y actriz, portada de la revista Miércoles de EL HERALDO varias veces, identificada como la villana de muchas telenovelas latinoamericanas, ha sustituido bikinis y prendas ajustadas por recatados vestidos y pelucas, con base en el precepto tzniut del judaísmo, que obliga a vestir de forma modesta sin llamar la atención, y que en algunas de sus interpretaciones más estrictas establece no mostrar el cabello natural y llevar ropa que cubra codos y rodillas.

Su cambio comenzó hace casi una década, tanto como una búsqueda espiritual propia como por la tradición de su marido, el productor televisivo mexicano Joshua Mintz, judío religioso y con quien tiene dos hijos.