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La Casa Azul de Coyoacán tiene durante unos meses su réplica neoyorquina gracias a una exposición en el Jardín Botánico de Nueva York, que se llena de índigo, cactus y girasoles para explorar la fascinación por la naturaleza de la genial artista Frida Kahlo.

'Frida Kahlo: Art, Garden, Life', que se presentó este martes a los periodistas, se acerca así a la obra de la pintora mexicana más internacional a través de una aproximación nunca vista hasta el momento: recrea meticulosamente el jardín de la Casa Azul, donde vivieron durante una gran parte de su vida Kahlo y su marido, el muralista Diego Rivera.

'Para Frida Kahlo la naturaleza era muy importante porque era un medio para explorar y expresar que nuestras vidas son una interdependencia de sentidos opuestos entre el mundo humano y el mundo natural, entre la vida y la muerte, entre el hombre y la mujer', explicó, Adriana Zavala.

Kahlo transformó el jardín de la casa donde nació y murió con objetos típicos de arte popular y de la época colonial, pinturas de exvotos, retablos religiosos y plantas nativas mexicanas, un conjunto de objetos que ahora tienen también su lugar en la ciudad que acogió, en 1938, su primera exposición individual.

Así, la muestra del jardín botánico, en el condado neoyorquino de El Bronx, cuenta, entre otros objetos relacionados con el mundo vegetal, con una réplica exacta de las herramientas de pintura que utilizaba en exterior y una versión a escala de la pirámide de la Casa Azul, creada originalmente para exhibir el arte prehispánico de Diego Rivera.

La profunda conexión con la naturaleza es evidente en la extensa obra de Kahlo, pues los dolores que le persiguieron toda la vida tras el fatídico accidente que sufrió a la edad de 18 años la empujaron a buscar un refugio y una inspiración en el exterior de su domicilio en Coyoacán, convertido ahora en el Museo Frida Kahlo.

El Jardín Botánico de Nueva York acompaña su particular Casa Azul con una cuidadosa selección de catorce pinturas y dibujos en papel que evidencian el imaginario natural de Kahlo y que, pese a que se concentra en obras menores procedentes de colecciones privadas, contiene 'Autorretrato con collar de espinas y colibrí' (1940).

'Creo que pensaba que ella misma era una planta. Parece un ser sobrenatural, está dentro de las plantas como si ella misma fuera una flor', aseguró Zavala sobre este conocido autorretrato en que parece que la vegetación y los animales que la rodean amenazan con devorarla.

La muestra también incluye una instalación comisionada por Humberto Spíndola que recrea dos vestidos hechos de papel inspirados por el autorretrato doble 'Las dos Fridas' (1939), donde Kahlo juega con su dualidad europea y mexicana, y que está acompañada por una interpretación de dos modelos masculinos caracterizados como la icónica artista.

La exposición, la más grande dedicada a Frida Kahlo en más de diez años en Nueva York, demuestra la fascinación que la figura de esta controvertida artista despierta en Estados Unidos, país donde residió y expuso durante varias temporadas y donde sigue siendo la artista latinoamericana más cotizada.

Según la directora del Instituto Cultural de México en Nueva York, Caterina Toscano, este interés 'ha sido una cosa paulatina que tiene que ver con el descubrimiento del feminismo en los años 70, el interés en el arte latinoamericano en los 80, y las ganas de buscar artistas mujeres interesantes de ahí'.

La exposición, que se podrá visitar desde el próximo 16 de mayo y hasta el 1 de noviembre, sigue la línea de otras muestras que el Jardín Botánico de Nueva York ha dedicado a personajes tan emblemáticos como Claude Monet o Charles Darwin.