Compartir:

Mientras tenistas como Andy Murray, Serena Williams o Milos Roanic luchan por conquistar el título de Wimbledon, las fresas con nata y el champán han ganado la batalla fuera de las pistas, donde se han convertido en la otra cara de este prestigioso torneo y en el postre y la bebida preferida de los asistentes. Lea también: Raonic elimina a Federer y se cita en la final con Murray

El fin de semana de las esperadas finales, los espectadores esperaban los partidos disfrutando del plato más típico de esta competición, que celebra su 130 aniversario: las fresas con nata.

Hasta 28.000 kilos de esta fruta roja, en concreto 1,4 millones de fresas, se recolectan a mano en la granjas Huge Lowe, ubicadas en el condado de Kent (sur de Inglaterra), y se transportan hasta el imponente All England Tennis Club.

Sentados en el césped o en un banco bajo una sombra, los visitantes se llevan a la boca este cremoso plato que cuesta 2,5 libras (unos 2,9 euros) y que cuenta con diez piezas bañadas en nata líquida.

El secreto de su éxito se encuentra en que 'comer fresas en verano es una tradición británica', tal y como explicó a EFE dentro del club Jane Lewson, vecina del norte de Londres y que compartía este postre con su marido.

'Son el icono de esta competición', sentenció la británica, mientras sujetaba su ración e ironizaba con que 'comerlas en un bol de plástico no es la mejor forma de disfrutarlas'.

Asiduas a Wimbledon desde hace 19 años, las amigas de la infancia Sarah Manson y Sarah Wehmeier coincidieron con la visión de Lewson y añadieron que el hecho de que la fresa sea 'una fruta de temporada' las convierte en el dulce idóneo entre partido y partido.

'Tienen mucho sabor y son jugosas, no son sólo agua, y por eso son perfectas para combatir el calor', dijo entre risas Wehmeier.

Las fresas con nata comparten protagonismo con el champán y con el tradicional Pimm's, la versión británica de la sangría, y que se compone de una mezcla de limonada, manzana, naranja y menta con ron, ginebra o vodka, según prefiera el consumidor.

El precio de un vaso de esta veraniega bebida oscila entre las 6,20 y 8,30 libras (7,2 y 9,6 euros), aunque el champán Lanson se ha convertido en la opción predilecta de los asistentes, que desembolsan 38 libras (44 euros) por media botella y 72,50 libras (84,5 euros) por la botella entera.

Tumbada en Henman Hill, la colina ubicada en el norte del recinto, y ataviada con una visera y gafas de sol, Jane Welding señaló a EFE que ella es de las que toma las fresas con esta bebida porque 'hacen una buena combinación'.

Junto a la londinense, que improvisó un pícnic con su marido y su hijo pequeño, una pareja sumergía esta fruta roja en sus copas llenas de este líquido espumoso.

'La gente lo hace porque es divertido y para potenciar el gusto del champán', aclaró Welding.

Sin embargo, los hay más osados que desafían los altos precios de los bares del elitista All England Lawn Tennis and Croquet Club, sede del torneo, y que se traen de casa el postre preparado y compran en un supermercado cercano una botella de Prosecco por una cantidad más asequible, 9 libras (10,5 euros).

Valientes o no, hay tres cosas que todo principiante en Wimbledon debe hacer, según aconsejó Wehmeier: 'Tomar las fresas con nata, pasear por la pista central para intentar ver a los tenistas o algún famoso y subir a lo alto de Henman Hill con un vaso de Pimm's para mirar los partidos a través de la pantalla gigante'.