'Es un diario y son pasajes. Desde una situación muy salvaje en una sala de ensayo a contar un momento de intimidad con tus hijos. También pasas a contar un sueño erótico que tuviste en un vuelo a Puerto Rico a simplemente contar el momento donde la luz era hermosa', señaló el cantante y compositor en entrevista con Efe.
El Fito padre, el Fito enamorado, el Fito músico, el Fito humano y un tanto enfermizo, el Fito pasado y presente, entre tantos otros, se conjugan en este 'Diario de viaje (algunas confesiones y anexos)' (Planeta), que presentó hoy en Guadalajara, capital del occidental estado mexicano de Jalisco, en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), que inicia este sábado formalmente su trigésima edición.
Si bien el diario va dirigido a sus seguidores, que en él descubrirán 'todo' porque es un relato 'descarnado, como un reality, salvaje' y 'casi sin filtro' del 2015 que vivió su autor, sirvió a la vez de ejercicio de autoanálisis.
'Uno no es muchas veces quien cree que es, y el diario te ayuda a ver eso', confesó esta figura de la música argentina que nació en Rosario en 1963.
En los textos, que fue escribiendo en papeles, servilletas o su ordenador, abundan las palabras de cariño hacia sus hijos, Margarita y Martín, y su novia, Eugenia.
Páez se descubre como alguien agradecido y sereno, feliz de estar viviendo. Lo reflejan también las decenas de fotografías, muchas de ellas de lo más personales, que colman este álbum de recuerdos.
'Uno va en busca de esto (de la positividad). Vas en busca de la alegría. El deseo de todos los días es ir detrás de lo maravilloso y de las cosas que te interesan', reflexionó el cantante detrás de unas gafas de pasta y su habitual selva de pelo rizado.
El autor del álbum 'El amor después del amor' (1992), el disco más vendido de la historia del rock en Argentina, no escatima tampoco en el libro palabras bonitas hacia algunos de sus colegas, como Mercedes Sosa, fallecida en 2009, o Charly García.
También rememora la grabación del disco 'Enemigos íntimos' con Joaquín Sabina, a finales de los noventa, y regresa al presente para relatar la dureza de las giras, donde entre aviones y habitaciones de hotel se descubre a un Páez humano y enfermo que debe superar el agotamiento para salir a cantar.
'No estoy cansado, porque esto es una suerte. Pero hay un momento en que tienes 53 años y no paraste nunca y te gustaría frenar un ratito. Y no 15 días, sino frenar seis meses. A ver cómo es', refirió.
No obstante, reconoció que este parón -en el que no dejaría de 'escribir, pensar o hacer música porque es parte del sistema respiratorio'- es todavía lejano.
Con o sin nuevo diario de viaje de por medio, 2017 se presenta intenso entre la promoción de este disco, una filmación, la escritura de un libro de cuentos que va elaborando a ratos y, en mayo, la grabación de un nuevo álbum de estudio, enumeró.
Páez también tuvo hoy palabras de agradecimiento a México, una de las naciones que más aparece en su diario y donde él se ha sentido 'abrazado y querido'.
'Yo lo que puedo contar es el amor con el que he sido recibido aquí durante todo este tiempo. Y toda la plenitud que me transmitió México y su vitalidad', apuntó.
En sus propias carnes, Páez vivió la bipolaridad de este país. Porque el libro refleja también los encuentros que mantuvo en 2015 con familiares de desaparecidos, una tragedia nacional con la escalofriante cifra de más de 27.800 personas sin paradero conocido.
Interrogado respecto a la ola de violencia que azota al país, Páez prefirió decir que es un fenómeno que 'forma parte del imaginario popular colectivo' y que se da en todo el mundo, que 'cada vez está más chiflado'.