Sonriente y feliz de estar en Cannes con el último trabajo del griego Yorgos Lanthimos, 'The Killing of a Sacred Deer', Nicole Kidman aseguró que no tiene la obligación de trabajar, pero lo hace porque es su 'verdadera pasión'.
'En esta fase de mi vida intento ser muy atrevida, abierta, probar cosas nuevas, apoyar directores en los que creo', afirmó Kidman, omnipresente en esta edición de Cannes, en la que presenta tres filmes y una serie, 'Top of the Lake', de Jane Campion, de la que es amiga desde que la actriz tenía 14 años -'básicamente me descubrió', dijo-.
Su objetivo ahora es 'actuar como cuando tenía 21 años' y empezaba su carrera, forzar los límites, salir de su zona de confort. 'Y hacer cosas en las que creo', afirmó convencida.
'A mi edad -en junio cumple 50- aún tengo esa pasión por actuar, por el cine y por contar historias, superar límites, salir de mi zona de confort para intentar cosas y abandonarme en cierta forma', explicó la actriz, sonriente y muy pausada al hablar.
Recordó que durante su niñez en Australia iba más al teatro y el cine lo descubrió durante su adolescencia. Fue cuando vio 'A Clockwork Orange' (1971) en pantalla grande cuando cayó rendida a la magia de las películas.
Ahí empezó a 'devorar cine' y a descubrir el placer de 'estar en una sala oscura viendo una película, ser transportada'. 'Estoy comprometida con ello, lo adoro', agregó.
Un amor por el cine que le ha hecho darse cuenta de que en las películas no es posible controlarlo todo y hay que dejarse llevar para poder hacer cosas diferentes, con realizadores especiales o con los que hacen su primera película.
Es 'un honor' para ella el poder cambiar tanto de estilos y temas en las películas que realiza.
'Tengo mis principios, que siempre respeto, hay cosas que quiero hacer como actriz y como ser humano pero cuando decido trabajar con un director sé que hay riesgos y estoy dispuesta a asumirlos'.
Algo que ocurrió cuando aceptó hacer los filmes que presenta en Cannes: 'The Killing of a Sacred Deer' y 'The Beguiled', de Sofia Coppola, ambas en competición, y 'How to Talk to Girls at Parties', de John Cameron Mitchell.
Películas que se unen a los más de 70 largometrajes en los que ha participado la actriz australiana (nacida en Hawai) en una carrera que dura ya más de tres décadas y en la que ha ganado multitud de premios, incluido un Óscar por 'The Hours' (2002).
A las actrices que empiezan les aconseja encontrar su propia identidad. Algo que parece simple pero que no lo es. 'Hay que encontrar tu propia voz, no copiar a los otros. A partir de ahí puedes avanzar en la vida'.
También es importante encontrar mentores, 'gente que te guíe en la vida'. Y ella se muestra dispuesta a hacerlo con quien se lo pida.
Porque le gusta ayudar a los que empiezan y explorar la condición humana y el mundo. 'No soy conformista, tengo un espíritu un poco rebelde', agregó la protagonista de 'Moulin Rouge' (2001), 'The Others' (2001) o 'Eyes Wide shut' (1999).
Y a pesar de haber hecho casi de todo en el cine, sigue mostrándose feliz de participar en películas 'The Killing of a Sacred Deer', de presentarla en Cannes y discutirla con los periodistas, asegura.
Aunque reconoce que es un filme que no verán sus hijas pequeñas -tiene dos mayores adoptados junto a Tom Cruise y dos, de 7 y 9 años, de su matrimonio con el cantante Keith Urban-.
'En realidad no ven mis películas. Mi familia está muy separada de mi vida creativa. Ocasionalmente hago cosas para ellas, como 'Paddington' (2014), pero saben muy poco de lo que mi marido y yo hacemos. Además mis hijas estaban muy afectadas porque hacía el papel de mala, así que trato de separar las cosas y ser una madre'.
Algo en lo que le ayuda mucho que su marido se dedique también a una profesión artística, con horarios que pueden compatibilizar, lo que les permite 'tener una vida familiar muy sólida'.